Es 1998, y una niña escucha desde su cama la historia
que su abuelo le relata libro en mano. Orgullosa de su habilidad como lectora
recientemente adquirida, espía el texto de las páginas. En ese instante su vida
cambia por completo: lo que el hombre dice, no es exactamente lo que está
escrito en el libro. Su abuelo no lee cuentos, él los inventa.
"La niña de la historia soy yo, Malena Fainsod; y la
historia, pues bueno, es la historia de cómo descubrí que lo que yo quería era
contar historias.
Claro que las historias pueden contarse de muchas maneras. Y
entonces escribí cuentos (aún antes de conocer todas las palabras), tomé cursos
de literatura y actuación, y finalmente, cuando llegó el momento, decidí
anotarme en la universidad para convertirme en una guionista profesional: iba a
contar historias en imágenes y sonidos.
Fue probablemente por ese entonces cuando tanta decisión y
crecimiento me hicieron afrontar el miedo más grande de mi vida: había dejado
de ser una nena y debía afirmarme como adulta. La forma que encontré para
atravesar el pánico que esto me generaba, fue dedicar mis historias a los
niños. Así, ingresé a Bastiana Films, una productora independiente, desde la
que participo como guionista y productora en producciones para Pakapaka (Canal
Infantil Estatal Argentino), al tiempo que comencé a desempeñarme como ayudante
de cátedra en la materia de “Cine Infantil” de la E.N.E.R.C (Escuela Nacional
de Experimentación y Realización Cinematográfica dependiente del Instituto de
Cine y Audiovisuales Argentino). Sin
saberlo, el temor me había llevado al encuentro de lo que se convertiría en mi
gran pasión: el audiovisual por y para las infancias.
Y digo infancias con s, porque para mí existen tantas
infancias como niños habiten nuestra tierra. Infancias que son desafío,
búsqueda y revolución. Que son una forma
de ver el mundo; una que a los adultos, por particular y distinta a la nuestra,
se nos vuelve por momentos indescifrable (e incluso a algunos, insoportable).
Crear contenidos por y para las infancias, es darles
representación. Es volverlas visibles frente a un mundo que muchas veces se
niega a verlas. Lo que conlleva no sólo una gran responsabilidad sino también
un gran compromiso: pues se trata de aceptar el desafío de que la
infancia es una etapa en sí misma de la que ya no formamos parte, y a la que
por ende, debemos acercarnos desde el
reconocimiento, el descubrimiento, el respeto y, sobre todo, la emoción.
Ese es el motor de mi trabajo. Y tengo la suerte de que mi
trabajo, sea una de las grandes pasiones de mi vida".
Redactora: Malena Fainsod